-Posiblemente, tú no le eches en falta, no lo necesitas tanto como yo.
-Seré un fantasma, Superyó, pero no soy idiota. Ojalá pudiera, ojalá estuviera vivo para ir de un sitio a otro y poder sorprenderme. Montañas nuevas…, barcos nuevos. Armas nuevas. Mujeres nuevas…
-Pero tú viajas en el tiempo, Milli, tus reencarnaciones te permiten saltar de una vida a otra. Eso es más que viajar. Debe de ser como caer en paracaídas en un sitio que de ningún modo te hayas podido imaginar. Sin embargo, yo tengo que subirme en cacharros que me transporten. No estoy completo cuando no me muevo.
-Quizá tu reinado de carne, hueso y sangre sea solo una ilusión, una mediocridad. Los mortales sois felices porque tenéis la fortuna de desconocer casi todo de vuestra verdadera naturaleza. Así me sentí yo. Ahora sé que la única manera de ser feliz, ser completo y agradar a los dioses es cambiar de choza. Y, hablando de viajar, Superyó, creo que ya va siendo hora de abandonar esta choza: tu conciencia me está aburriendo. Al siguiente rayo que caiga cerca, me iré de ti. Continuaré mi viaje.
-Confío en que sea pronto. Yo me tendré que conformar con hacer kilómetros. Ya toca. No te echaré de menos, Milli. Vete cuanto antes.
-Tú no mandas nada en esto, hombre civilizado. No des órdenes al destino. Confórmate con viajar, a tu manera. Yo tampoco te echaré de menos.
Francisco Martínez Navarro 